Desde que Julia se ha
instalado en casa de los Castillo está más feliz que nunca. Siente que
tiene una familia y, aunque no estaba dentro de lo previsto, se está
enamorando de Mario. Pero no puede olvidar el tormentoso pasado que ha
hecho que termine en esa casa.
Julia
estuvo en el origen de los poderes. Su padre, Humberto, estaba buscando
la solución para curar la extraña enfermedad de su hermano Darío. Pero
lo que encontraron en los pasillos Villa Dorita fue otra cosa muy
diferente, algo que desencadenó el futuro de muchos niños inocentes.
Mario nota que algo la atormenta, la
escucha gritar en sueños, y se ha propuesto que Julia se abra a él.
Después de mucho intentarlo lo consigue mientras comparten una copa de
vino. Julia le cuenta las verdades, pero sólo a medias. No puede decirle
que en realidad es la culpable de que sus hijos estén en peligro.
Los niños y la alquimia de Martín
Carlitos y Lucía están muy preocupados por la relación de Sandra y Culebra. Les ven más separados que nunca. Lucía sabe que Culebra está enamorado de ella, y no entiende por qué no se lo dice. Sobre todo ahora que Sandra teme que Culebra se esté olvidando de ella. Los niños no comprenden por qué los mayores no se dicen que se quieren, así que ven necesario recurrir a la magia para conseguirlo; Carlitos tiene un cuento de alquimia y está seguro de que podría hacer una pócima mágica de amor que solucionara todos los problemas de Sandra y Culebra.
Julia les regala un juego de alquimia para que lo lleven a cabo, sin saber que Martín ha cambiado el contenido de los frascos del bote y en cualquier momento esa pócima puede estallar. Julia lo evita justo antes de que Carlitos se la trague… Consciente de que ha sido Martín el que quería hacerle daño a los ñinos, Julia no está dispuesta a tolerar por más tiempo esa guerra fría. Pone las cartas sobre la mesa y le amenaza, cara a cara, advirtiéndole de lo que le ocurrirá si vuelve a acercarse a los niños. Julia no sabe que Martín guarda una sorpresa en la trastienda del bar, algo inesperado y sorprendente, tanto que cambiará el rumbo de sus planes.
Carlitos y Lucía están muy preocupados por la relación de Sandra y Culebra. Les ven más separados que nunca. Lucía sabe que Culebra está enamorado de ella, y no entiende por qué no se lo dice. Sobre todo ahora que Sandra teme que Culebra se esté olvidando de ella. Los niños no comprenden por qué los mayores no se dicen que se quieren, así que ven necesario recurrir a la magia para conseguirlo; Carlitos tiene un cuento de alquimia y está seguro de que podría hacer una pócima mágica de amor que solucionara todos los problemas de Sandra y Culebra.
Julia les regala un juego de alquimia para que lo lleven a cabo, sin saber que Martín ha cambiado el contenido de los frascos del bote y en cualquier momento esa pócima puede estallar. Julia lo evita justo antes de que Carlitos se la trague… Consciente de que ha sido Martín el que quería hacerle daño a los ñinos, Julia no está dispuesta a tolerar por más tiempo esa guerra fría. Pone las cartas sobre la mesa y le amenaza, cara a cara, advirtiéndole de lo que le ocurrirá si vuelve a acercarse a los niños. Julia no sabe que Martín guarda una sorpresa en la trastienda del bar, algo inesperado y sorprendente, tanto que cambiará el rumbo de sus planes.
El desván quemado
Leo y Culebra están dispuestos a encontrar a Humberto y, con él, la solución para lo que les ocurre. Culebra lo hace por Sandra, para poder estar con ella; si encontrara a ese hombre, podría curarla y al fin estar juntos. Por eso, y sólo contándoselo a Lucía, va con Leo hasta Villa Dorita en busca de alguna pista del paradero de ese hombre. Sandra, alarmada por Lucía, que está preocupada por su hermano mayor, va también allí, desconcertada al saber que Culebra está en ese sitio tan peligroso por ella. Da igual lo que le haya dicho la pequeña. Cuando Sandra se lo pregunta, Culebra le asegura que no está en Villa Dorita por ella ni nada parecido. Ha pasado página y ya no quiere saber nada de su relación.
La realidad es que la está engañando para protegerla. No quiere decirle que está detrás de un hombre y una cura que ni siquiera sabe si existe. La discusión termina por sacar de la casa a Culebra. Sandra, muy afectada, se queda con Leo y juntos y por casualidad encuentran un antiguo laboratorio calcinado. Dado su mal estado, el techo se les viene encima y Sandra y Leo se quedan encerrados… Desesperados, intentan encontrar un modo de salir, sin éxito. Los nervios hacen que las lenguas se disparen, y Leo termina confesándole a Sandra que sabe lo de sus poderes y que a él también le está ocurriendo algo parecido.
Leo y Culebra están dispuestos a encontrar a Humberto y, con él, la solución para lo que les ocurre. Culebra lo hace por Sandra, para poder estar con ella; si encontrara a ese hombre, podría curarla y al fin estar juntos. Por eso, y sólo contándoselo a Lucía, va con Leo hasta Villa Dorita en busca de alguna pista del paradero de ese hombre. Sandra, alarmada por Lucía, que está preocupada por su hermano mayor, va también allí, desconcertada al saber que Culebra está en ese sitio tan peligroso por ella. Da igual lo que le haya dicho la pequeña. Cuando Sandra se lo pregunta, Culebra le asegura que no está en Villa Dorita por ella ni nada parecido. Ha pasado página y ya no quiere saber nada de su relación.
La realidad es que la está engañando para protegerla. No quiere decirle que está detrás de un hombre y una cura que ni siquiera sabe si existe. La discusión termina por sacar de la casa a Culebra. Sandra, muy afectada, se queda con Leo y juntos y por casualidad encuentran un antiguo laboratorio calcinado. Dado su mal estado, el techo se les viene encima y Sandra y Leo se quedan encerrados… Desesperados, intentan encontrar un modo de salir, sin éxito. Los nervios hacen que las lenguas se disparen, y Leo termina confesándole a Sandra que sabe lo de sus poderes y que a él también le está ocurriendo algo parecido.
Por eso fueron Culebra y él a Villa
Dorita, en busca de un remedio para curarse, para curarla a ella.
Sandra, emocionada al saber que Culebra sigue pensando en ella, pone
todo el ímpetu en enviarle un mensaje para que vaya a buscarles… Culebra
lo hace justo cuando el techo está a punto de desplomarse sobre sus
cabezas. El único modo de evitarlo es parando el tiempo. A pesar de las
dificultades, Leo lo consigue, alentado por la declaración de amor que
Culebra le hace a Sandra.
Michelle pica a Culebra
Michelle sigue detrás de descubrir el poder de Leo. Por eso, al escuchar que Sandra va a un lugar llamado Villa Dorita en el que están Leo y Culebra, no duda en seguirla. Allí descubre algo que no esperaba: Sandra y Culebra están enamorados. Consciente de la gravedad de la situación, sus objetivos cambian y destrozar esa pareja se convierte en su prioridad. Por eso decide seguir a Culebra cuando sale de Villa Dorita, enfadado tras la discusión con Sandra.
Michelle sabe que no lo tiene fácil para ganarse al chico, así que utiliza una araña venenosa para que le pique. De esa manera, Culebra se ve obligado a aceptar su ayuda y descubre una chica muy diferente de la que creía conocer. Aunque Michelle le atrae, no lo hace tanto como para aceptar el beso que ella intenta darle. Su verdadero amor es Sandra, aunque aún no se atreva a decirlo en voz alta.
Michelle sigue detrás de descubrir el poder de Leo. Por eso, al escuchar que Sandra va a un lugar llamado Villa Dorita en el que están Leo y Culebra, no duda en seguirla. Allí descubre algo que no esperaba: Sandra y Culebra están enamorados. Consciente de la gravedad de la situación, sus objetivos cambian y destrozar esa pareja se convierte en su prioridad. Por eso decide seguir a Culebra cuando sale de Villa Dorita, enfadado tras la discusión con Sandra.
Michelle sabe que no lo tiene fácil para ganarse al chico, así que utiliza una araña venenosa para que le pique. De esa manera, Culebra se ve obligado a aceptar su ayuda y descubre una chica muy diferente de la que creía conocer. Aunque Michelle le atrae, no lo hace tanto como para aceptar el beso que ella intenta darle. Su verdadero amor es Sandra, aunque aún no se atreva a decirlo en voz alta.
El bigote de Borja Ruano
Borja Ruano se está haciendo un hombrecito. La prueba es el mostacho de pelo bien negro con el que ha amanecido. A Antonio le llena de orgullo ver que su hijo va a ser tan peludo como él. En cambio a Rosa le llevan los demonios al pensar que, en nada, el niño tendrá edad como para afeitarse. Por eso se niega a quitarle el bigote, a pesar de que a Borja le está traumatizando; se ha convertido en el centro de las burlas de los niños de su clase.
Desesperado intenta quitárselo con una pócima y hasta sobornando a Lucas para que se lo afeite. Su madre, harta, le da permiso para decolorárselo, pero Borja se equivoca y se llena la cara de crema depilatoria que le quema de arriba abajo, además de quedarse sin cejas. La culpa la tiene Rosa, pero no por no haberle ayudado a quitarse el bigote, sino porque se niega a asumir que su hijo se está haciendo mayor. Tiene miedo de que le ocurra lo mismo que con Claudia, que se marche. Es Lucas el que le hace ver a Rosa que el bigote de su hijo significa que está creciendo, pero eso no es sinónimo de que se vaya a separar de ella, sino de que la necesita más que nunca.
Borja Ruano se está haciendo un hombrecito. La prueba es el mostacho de pelo bien negro con el que ha amanecido. A Antonio le llena de orgullo ver que su hijo va a ser tan peludo como él. En cambio a Rosa le llevan los demonios al pensar que, en nada, el niño tendrá edad como para afeitarse. Por eso se niega a quitarle el bigote, a pesar de que a Borja le está traumatizando; se ha convertido en el centro de las burlas de los niños de su clase.
Desesperado intenta quitárselo con una pócima y hasta sobornando a Lucas para que se lo afeite. Su madre, harta, le da permiso para decolorárselo, pero Borja se equivoca y se llena la cara de crema depilatoria que le quema de arriba abajo, además de quedarse sin cejas. La culpa la tiene Rosa, pero no por no haberle ayudado a quitarse el bigote, sino porque se niega a asumir que su hijo se está haciendo mayor. Tiene miedo de que le ocurra lo mismo que con Claudia, que se marche. Es Lucas el que le hace ver a Rosa que el bigote de su hijo significa que está creciendo, pero eso no es sinónimo de que se vaya a separar de ella, sino de que la necesita más que nunca.
Fotografía: Pipo Fernández
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